¿Para qué sirve la ética y por qué la necesitamos?
La ética es ni más ni menos que el arte de vivir bien. De comprender qué es bueno y qué no lo es. Y por qué. Qué nos conviene y qué no. El estudio moral de las reglas que ha de poseer el ser humano para ejercer un comportamiento deseable y virtuoso que le lleve, finalmente, a la felicidad en vida.
¿Cómo debo vivir para hacerlo con plenitud?
No es un tema fácil y mucho menos uno con una respuesta clara. Solo hemos de fijarnos en las decenas de teorías respecto a la misma que han defendido los diferentes filósofos a lo largo de la historia. Unos basaban la ética en el placer, otros en la virtud, otros en el bienestar de la mayoría. Distintas interpretaciones que, en realidad, tratan de dar solución al mismo problema: conocer las pautas de acción y pensamiento que permitan al ser humano vivir bondadosamente, feliz y en paz.
Dos han sido las grandes ramas que han distinguido la ética, compuestas, a su vez, por un sinfín de teorías. Por un lado, encontramos la ética deontológica, que se centra básicamente en buscar un código, unas reglas comunes y aplicables a todas las situaciones para que el individuo o la sociedad tengan un marco moral al que atenerse. Un ejemplo de la misma serían los 10 mandamientos o el famoso imperativo categórico de Kant: “Actúa de manera que tu máxima puede convertirse en ley universal”. Es decir, por ejemplo, no robes si no quieres una sociedad llena de ladrones. De este modo, todo hombre o mujer puede agarrarse a unos principios morales que son invariables, determinando claramente qué actuaciones son buenas y cuáles no.